miércoles, 9 de junio de 2010

La rampa del Salvador


Lo mismo alguno critica que ponga rampa y no “rampla” como a muchos les gusta decir, pero es que no me sale…
La foto es de hace ya muchos meses, cuando la Semana Santa se dibujaba en un calendario que tenía poca prisa y muchos días fríos que regalarnos.
Había visto durante toda la mañana muchos niños subirla y bajarla cientos de veces, resbalar por ella, perseguirse y patinar…
La verdad es que a veces pienso que debería estar ahí todo el año, es un Puerto Perico más a la sevillana y al que hoy en día, en este mundo que muchos consideran plagado de realidades virtuales, ordenadores y digitalización del juego, a cierta edad eso importa poco o no es incompatible con pasar una divertida mañana en el Salvador.

6 comentarios:

Antonio dijo...

La rampla tiene un sonido propio. Y ese es el comienzo... grandioso... como el final es ese otro sonido del claqueteo de las sillas al pasar la Soledad, penoso.

Uno está en plaza pública y otro en plazas robadas.


Besos con olor a tierra mojada.
Antonio

Calleferia dijo...

Siempre tuve una relación especial con esa rampa. Cómo a todos los niños (y mayores) me hacía una tremenda ilusión verla. Pero cómo salía en la Hiniesta nunca me subía a corretear por ella.

Me inculcaron tanto que podía caerme y romperme un brazo o una pierna, que me daba pvor pensar que podía quedarme sin salir de nazareno por culpa de una escayola.

Besos

Justa y Rufina dijo...

Ante todo decirte que es un placer leerte.

A la rampa del Salvador le tengo un cariño muy especial. Hace años, cuando mi hijo era pequeño me gustaba llevarlo para que jugara en ella y la mayor ilusión era bajarla el Domingo de Ramos con él de la mano. Siempre que oigo Cristo del Amor me acuerdo de aquella época y me emociono.

Saludos.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

A mi siempre me gusa llamarla "tablao" que es como escuche de niño que le llamaban en el barrio.
Tuve el privilegio de jugar mucho en esa plaza como en las del Pan, Alfalfa, San Pedro y San Leandro que eran las más cercanas a mi vivienda. Curiosamente nunca lo hice en una que tú le debes tener mucho cariño: la de Pilato, allí no había nunca niños es curioso y merecedor de un estudio de nuestro común amigo el General.
Un beso.

Enrique Henares dijo...

Decir que esa rampa está llena de recuerdos de mis juegos infantiles, en tantas atardecidas cuaresmales, suena a tópico, pero es que es tan cierto...

Creo que corretear la rampa es una de las cosas que más echa de menos todo sevillano adulto. De hecho me sigue gustando -al menos- pisarla y durante algún tiempo, en mis primeras Semanas Santas con los amigos, tomamos por costumbre ver San Isidoro, de salida por El Salvador, subidos en ella.

Mercedes Serrato dijo...

Pues si Antonio, el segundo que señalas me encanta, a la vez que me apena mucho…

Calleferia, tenía que haber contado como siendo muy pequeño, sacaron a mi hermano de la fila celeste y crema para merendar. Él no se rompió nada, pero aquél Martes Santo separó la galleta de su varita de la caña… dándole a la rampa con ella… una salvajada que sólo se disculpa con el simple hecho de que era un niño…

Justa y Rufina, es un placer que me leas. Creo que contaste una vez en la tasca de Moe que ibas por esa rampa tan cargada como si fuera la cabalgata del Ateneo, lo cual me hizo reír y me pareció un símil estupendo…

No cogé ventaja, cierto lo que señalas, los niños de la Puerta Carmona jugábamos en Cristo de Buen Viaje, o Vidrio… Y los niños que ya son padres hoy o casi abuelos, en San Agustín y la obra del hotel, jejeje Por motivos personales y laborales de mi padre yo he jugado muchísimo en la del Salvador.

Pues si Pregonero, es una pena no poder jugar en ella, aunque como dices, nos queda el ver procesiones en ahí….

Besos a todos

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